miércoles, 12 de septiembre de 2012

Ante un futuro incierto


Durante unos segundos me abstraje totalmente de la conversación hasta que  la dureza de las palabras empleadas por una compañera me hicieron  incorporarme de nuevo a la cruda realidad. "La empresa tendrá que dar algún tipo de explicaciones sobre la gestión mantenida a lo largo de estos años. No es posible que seamos siempre los mismos, los trabajadores, los que tengamos que asumir las pérdidas de años y años de dispendio". Su voz grave fue elevando el tono cada vez más.

De pronto, se hizo el silencio. En esos momentos, con un pasear lento y cansado apareció la figura de uno de los máximos responsables de la empresa. Alto, delgado, con un semblante enjuto, vestía una camisa azul con los puños en blanco y un  pantalón gris, que se estrechaba ligeramente en el tobillo. El pelo totalmente engominado hacia atrás, dejaba caer un mechón de pelo sobre su frente.

Al pasar a nuestro lado giró la cara hacía el otro lado evitando que sus ojos pudieran coincidir con alguno de los nuestros. Mientras tanto, nosotros intentamos que sintiera nuestra preocupación y nuestro enfado siguiéndole con la mirada hasta que se internó en el cuarto de baño. Durante el tiempo que permaneció en su interior, nuestra conversación bajo de tono, los comentarios se diluyeron y el único ruido que permanecía era el tintineo de las cucharillas contra las paredes de nuestras tazas.
A los pocos minutos el personaje recorrió los mismos diez metros delante de nosotros, sin que su semblante variase ni un ápice al que anteriormente habíamos visto.

Finalmente, el grupo se deshizo y cada uno de los componentes nos incorporamos a nuestras correspondientes secciones. Arrastramos hasta allí nuestras incertidumbres, esperando que en días sucesivos las cosas se fueran aclarando.

Queríamos conocer nuestro futuro.

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