viernes, 5 de julio de 2013

Socialnest, innovación al servicio del cambio social

Este nuevo post de este blog está dedicado a un proyecto dedicado a fomentar el "emprendimiento social". El término lo popularizó Drayton junto a otros autores, en los años 80 del siglo XX, para referirse a emprendedores cuyo objetivo –único, o no- es generar cambio social. Y en esta  labor social y de emprendimiento hay que destacar la labor de la incubadora valenciana Socialnest, fundada en noviembre de 2010, aunque su origen data de 2008, como una asociación sin ánimo de lucro y cuya fundadora es Margarita Albors.

Socialnest actúa como centro incubadora de empresas sociales con una doble misión: ayudar a aquellas personas que quieren resolver un problema social o medioambiental a través de una empresa social y facilitar y fomentar la participación ciudadana en la mejora de nuestra sociedad y del mundo. Por ello, los emprendedores y sus proyectos son su eje de trabajo. Para facilitar el camino emprendedor de los emprendedores sociales, Socialnest busca los conocimientos y experiencias que poseen profesionales, estudiantes, emprendedores, universidades, empresas, escuelas de negocio, organizaciones sociales e inversores para conseguir dotar al emprendedor de las herramientas necesarias para hacer que sus empresas sociales sean viables y de alto impacto social.


Y en este afán por mejorar nuestro entorno a través del empredimiento social, desarrollaron hace unas semanas el ¡SocialGo, la hora de los emprendedores sociales!. Este programa de incubación de empresas sociales incluye formación, mentorización, contactos y visibilidad, entre otros servicios, para ayudarles a llevar a cabo sus proyectos personales profesionales.


Albors vivió de cerca durante su tiempo en Harvard las mayores desigualdades que había experimentado hasta entonces en su vida. Tras un proceso de reflexión, Margarita se dio cuenta de que para ella, lo que estaba aprendiendo y sus experiencias en aquel momento y en el pasado sólo tenían sentido si las utilizaba para ayudar a otras personas que no habían tenido las oportunidades que en cierta forma a ella le habían venido dadas.  Su perfil profesional como ingeniera y su experiencia en empresas multinacionales nadan tenían que ver con el sector social, en su búsqueda por ayudar a desarrollar proyectos profesionales personales fue cuando descubrió el emprendimiento social. Una filosofía que combinaba sus dos pasiones: el mundo de la empresa y su vocación por ayudar a los demás.

Se formó en emprendimiento social y colaboró con una organización que a modo “incubadora de empresas” ayuda a mujeres de bajos recursos económicos en la puesta en marcha de microempresas.

Al terminar el máster regresó a España, azotada ya fuertemente por la crisis, para fomentar el emprendimiento social por su potencial de mejorar de una manera sostenible en el tiempo los problemas sociales y medioambientales más críticos y fomentar y facilitar la participación de todos los agentes (profesionales, ciudadanos, empresas, jóvenes…) en la mejora social.


Siguiendo con el  emprendimiento social en España, observamos que ha aumentado en los últimos años, aunque sigue estando por debajo de otros países europeos. Según el Proyecto GEM (Global Entrepreneurship Monitor), en España solo un 0,5% de la población activa trabaja en proyectos de emprendimiento social, frente al 2% que se registra en países como Estados Unidos, Finlandia o Reino Unido. El perfil es de un 64% de hombres respecto a un 36% de mujeres. El rango de edad más habitual se sitúa entre los 25 y 34 años mientras que la mayoría de los emprendedores –un 65%– posee estudios medios o de formación profesional en contraposición con otros países en los que es el segmento de población con estudios superiores el que copa este tipo de iniciativas.

Según este estudio, podemos observar, además, que en España hay una “gran natalidad” de empresas sociales que, sin embargo, rara vez sobreviven más allá de los tres meses de vida. La situación de crisis económica crea, pues, una situación de difícil salida: el agotamiento de los modelos tradicionales de negocio impulsa a los emprendedores sociales que, sin embargo, sucumben a esa misma situación de fatiga económica.

Pese a todo, el emprendimiento social mantiene un gran atractivo que hace que desde el mundo de la universidad o la empresa se tiendan puentes para promover la innovación o el talento que se les supone a los actores de esta actividad socioeconómica.

Hay que fomentar el emprendimiento social como solución para combatir la crisis económica que padecemos, facilitando oportunidades a colectivos en riesgo de exclusión, fomentando proyectos prometedores y promoviendo su consolidación y desarrollo.

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